Loco Fierro
 

El querido Loco Fierro

La  historia  de El  “Loco Fierro”,  un  fenómeno si presentes en  el mundo, Sus  vivencias y muestras  de  lealtad de esta HEROICA HINCHADA son  difíciles  de  homenajear  en  esta  pagina. Él como muchos  otros héroes  Triperos,  lejos de desalentarnos  nos  convenció de que era  posible y nos ayudó  a conocer un poco  más nuestra historia.  Entonces nos dijo algo que nos quedó grabado para siempre, que estábamos ante el ÚNICO MITO VIVIENTE DE LA CIUDAD, porque no hay nada mas puro y digno que pertenecer a la MEJOR HINCHADA DEL MUNDO. Y en eso nos apoyamos para seguir adelante.  Los  Triperos, como  ningunos  otros,  nos  enorgullecemos de  nuestros  ídolos.  Nuestros  ídolos  están  al  lado nuestro, alentando desde el tablón o desde el cielo. Por eso queremos  compartir con toda la familia  Gimnasista la historia de un Tripero que como tantos otros, defendió nuestros  colores poniendo siempre lo que tenía que poner  y  muchas veces sobrepasando los límites de la cordura. Esta historia es de un loco, esta es la historia del querido “LOCO FIERRO”

El "Loco Fierro" es  un mito  viviente  entre los  hinchas de Gimnasia de La Plata. Asesinado en Rosario, tras  un robo en una joyería, sus  cenizas fueron esparcidas en el  estadio de Gimnasia.  Era un líder carismático,  lo cuento  por algo vivido ante mis propios ojos. Una tarde jugaban Vélez  - Gimnasia. Las hinchadas se agredían verbalmente. En  un acto rápido, la barra de Vélez abandonó su posición  y  apareció  en  la  platea  (tribuna),  vecina  a  la  grada  "tripera".  Estos  corrieron rápidamente el alambrado que separaba ambas hinchadas. mis ojos no podían creer lo que estaba por suceder, y menos  lo que sucedió. Un hombre de estatura media y de anteojos oscuros trepó el alambrado, y él sólo les hizo frente a los hinchas velezanos,  los  cuales  se  acobardaron.  Después  supe  que  ese  intrépido era  el "Loco Fierro". La fama de temible era conocida, y fechas previas a jugar contra Boca en "La Bombonera", amenazaba con sus cánticos con enfrentarse  a La 12 y quemar  la Boca. Cuando  llegó  el día del partido, “La Banda del Loco Fierro"  fue  interceptada  por  la  policía,  la cual realizó un decomiso increíble:  marihuana,  cocaína,  cócteles molotov,  cuchillos y  10 armas de fuego. Ibamos  preparados para la guerra, pero en la boca son todos policías y nos mandaron a la yuta LOS BOSTEROS CAGONES...
Su figura mítica es inmortalizada domingo a  domingo por las  banderas que lo recuerdan como si hubiese sido  el 10 de un 
equipo campeón. Sin embargo el personaje fue el jefe de la barra brava gimnasista: el “Loco Fierro”.
Ese difunto líder se llamaba Marcelo Amuchástegui.
Murió bajo las balas policiales. Aquel jueves de comienzo  de los años ‘90 un grupo de policías rosarinos le tendió una emboscada que desembocó en un confuso enfrentamiento.  “Le dispararon por la espalda”, aseguran aún hoy los triperos más fanáticos.  “Fierro era un loco. Me acuerdo que enfrentó  a la hinchada de Platense  con un palo de escoba”,  recuerdan aún  hoy en las tribunas  de  la cancha del Bosque.  También  como Prado, Fierro estuvo involucrado en innumerables robos, tiros y enfrentamientos con barra bravas de otros clubes.
En  sus casi diez  años de hegemonía al  frente de la barra  del equipo  platense,  Fierro estuvo detenido varias  veces. Los hinchas  creen  que  el  enfrentamiento en  el  que  finalmente  es  muerto  por  la  Policía,  tiene  relación  con  una  de  sus detenciones.  “La Policía  rosarina  se la  había  jurado, pero  igual viajó  para ver un  partido  contra Rosario  Central. De ese viaje volvió muerto”, recuerda un viejo simpatizante tripero.
Su cuerpo  fue cremado  en el  cementerio local y  sus cenizas  distribuidas  detrás  del arco del  Paseo del  Bosque,  donde domingo a domingo los gimnasistas gritan por su equipo, bajo la “batuta” del “Loco Fierro”.
Dice la leyenda que en su velorio se formó una larga fila de fanáticos que lo despidieron con un beso en la  frente. Ese día, la hinchada de  Gimnasia estuvo  acompañada por la barra  brava de  Estudiantes, que fuera de los estadios  mantenía una relación de respeto con Fierro.
Su muerte despertó las ambiciones de grupos antagónicos  dentro de la barra  gimnasista, al punto en que durante  la copa Conmebol,  en un  partido que el equipo  local jugaba contra  O’Higgins, en 1991, hubo un enfrentamiento que  terminó con varios heridos de bala. Aún hoy,  10 años después de su desaparición, no hay en la hinchada una figura que hiciera sombra sobre su figura.

-------------------------------------

Si algo le faltaba al mito de El Loco Fierro (vulgata: Marcelo Gustavo Amuchástegui) para instalarse en forma definitiva como bravo serio y de aquellos fue el clásico platense del domingo 8 de febrero de 1987, jugado en cancha de Estudiantes. Tenía entonces 30 años, le faltaba poco para el final de los finales, y la leyenda de temeridad y franqueza en la confrontación le llegarían a valer hasta un sentido reconocimiento postrero de sus enemigos de toda la vida.
Ocurrió que por desinteligencias con los dirigentes de entonces, encabezados por el comerciante de electrodomésticos Héctor Delmar, se les cortó momentáneamente el chorro de entradas a favor como represalia por alguna tropelía o algún vuelto en los negocios, y las huestes triperas se encontraron con que nada menos en un partido contra los odiados pincharratas no sólo carecían del vital elemento para sortear los controles, sino un operativo policial de aquellos sobre la calle 58, que es donde está el acceso de la popular visitante.
El mote de Fierro no había sido ningún acto de imaginación. Y el agregado del prefijo Loco, además de un lugar común, más bien era resultado de una total falta de imaginación. La orden de entrar sea como sea, el que puede, puede, y el que no, aguanta, fue dada antes de que comenzara el partido. Pero la milicada los aguantó y la garroteada y persecución fue dura, incluyendo perros que los garroneó sin asco.
En suma, se comieron una goma de antología. La cosa no iba a quedar así. Años de cancha indican que en el entretiempo se produce un relajamiento general. Durante el transcurso de los primeros 45', El Loco mandó y le mandaron a pibes como chasquis: los que estaban adentro le iban a hacer el apoyo logístico de todas maneras, como siempre, lo esperaban.
Faltaba poco para empezar el segundo tiempo, los jugadores ya estaban por volver cuando lo que volvió fue lo más fuerte de la barra del Lobo con el Loco Fierro en la única ubicación que pueden tener los jefes: al frente, con el torso desnudo, y desairando al primer mote, ahí con las manos absolutamente limpias.
Fue una batalla para recordar. El cordón policial retrocedió, prácticamente lo empujaron cancha adentro y quedó contra el alambrado de espaldas, la barra ingresó casi en su totalidad, pero el jefe y algunos de sus capitostes quedaron en medio de por lo menos una cincuentena de policías de todo calibre, edad y jerarquía, incluidos los de la Guardia de Infantería.
El Loco se batió como un león, y aún sus más acérrimos enemigos, de adentro y de afuera, dicen que puso a no menos de diez milicos culo contra el piso a piña limpia. Jamás se había visto una pelea tan desigual, una paliza tan despiadada al aire libre contra un ser humano y que un hombre tuviera tanta fiereza como capacidad de resistencia. El activista sindical de los telepostales, Rubén Ovidio Oscar Moyano, de 32 años, cayó seriamente herido por el impacto en la cabeza de una granada de gases que le produjo fractura de cráneo con pérdida de masa encefálica. La versión oficial pretendió demostrar que tal lesión sido producida a consecuencia del revoltoso haber querido devolver un artefacto recién lanzado y que al alzarlo le estalló a la altura del rostro. Sus amigos, en cambio, aseguraron que había sido un granadazo virtualmente a quemarropa.
En cuanto al diagnóstico de Fierro, no se dieron demasiado detalles porque al parecer la enumeración de los politraumatismos, contusiones, hematomas, rasguños y otras delicadezas convirtió a la historia clínica en un tomo de la Espasa Calpe: no tenía un solo lugar del cuerpo sin algún golpe.
Esto fue el epicentro de la batalla. El resto de la barra hizo lo que pudo y ante el notorio desequilibrio de fuerzas, cuando ya se volvió paliza sanguinaria, se agregaron espectadores comunes contra el enemigo común. Le tiraron a la policía con lo que pudieron. Como quedó testimoniado en una fotografía de la edición vespertina platense de La Razón, que mostraba al policía llevando secuestrado el cuerpo del delito, ante la desesperación de ver caer al jefe peleando hasta las últimas, uno se había ido hasta el puesto de choripán más cercano y les había revoleado con una ristra de no menos quince docenas de crudos, fresquitos y relumbrantes chacinados.
‑Hasta cenaron a costillas nuestras, los muy hijos de puta ‑fue la amarga reflexión típica de los perdidosos.
El Loco Fierro, después de una cantidad impensable tarzanadas de todo tipo, iba a caer poco después baleado por la espalda en Rosario, 19 impactos en defensa propia por supuestamente haber abierto fuego y no acatado la orden de ¡Alto!, en uno de los episodios más oscuros de la violencia del fútbol argentino, y recibir un entierro y homenaje sin antecedentes en el mundo (Ver más adelante Exequias de un guerrero).

 

“LOCO” COMO VOS NO EXISTIÓ NI VA A EXISTIR NINGUN BARRA EN UNA TRIBUNA...

TE ENFRESTASTE CON CUALQUIER HINCHADA SIN QUE TE IMPORTE NADA...

PORQUE NUESTRA HINCHADA LLEVA TU NOMBRE..."LA BANDA DEL LOCO FIERRO LA 22"

EL AMOR QUE LLEVABAS POR LA CAMISETA ME INSPIRO A HACER ESTA PAGINA

POR TODO ESTO "FIERRO ALIENTA DESDE EL CIELO"



 

 
  Hoy habia 17 visitantes (19 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis